Las asociaciones reclaman atención integral urgente ante el incremento de la violencia machista en la pandemia y su impacto en las familias
31/07/2020 | EventosFUENTE: UNAF
La violencia machista se ha intensificado por la convivencia obligada con el agresor en el confinamiento; en los casos de mujeres ya separadas, mediante el incumplimiento del régimen de visitas y el impedimento de la comunicación de hijos e hijas con su madre.
Aunque las denuncias han disminuido, han aumentado las llamadas a los teléfonos de atención, tanto institucionales como de las asociaciones que ofrecen apoyo a las mujeres que sufren esta violencia.
Muchas mujeres han sufrido una victimización secundaria a la hora de denunciar, aumentando su sentimiento de inseguridad y vulnerabilidad.
El pasado 23 de julio de 2020 se celebró online el webinar sobre la violencia contra las mujeres en tiempos de pandemia y su impacto en las familias. En él participó la Federación de Separadas y Divorciadas. Aquí están las principales conclusiones de lo abordado:
“En un contexto de confinamiento como el que hemos vivido, los riesgos para las mujeres que sufren violencia machista aumentan, ya que se ven forzadas a convivir con su agresor. Además, el hecho de no poder salir de casa ha dificultado que pudieran denunciar. Eso explica que haya disminuido el número de denuncias, lo que no significa que la violencia haya disminuido, sino todo lo contrario”, señala Ascensión Iglesias, presidenta de UNAF.
Según datos del CGPJ, durante el primer trimestre se interpusieron un 10% menos de denuncias respecto al mismo periodo de 2019. Sin embargo, las llamadas y consultas de las mujeres al 016 se incrementaron un 45% desde el inicio del confinamiento hasta la llegada de la ‘nueva normalidad’ en relación con el mismo periodo de 2019.
Un comportamiento que han constatado también las entidades de UNAF en sus teléfonos de atención: “Las denuncias disminuyeron en el confinamiento dada la cercanía continua del agresor y un acceso más limitado a abogados y comisarías, con horarios más restringidos. Pero las mujeres han usado los teléfonos para expresar lo que les estaba sucediendo, para pedir orientación”, explica Elvira Méndez, directora de la Asociación Salud y Familia, que puso en marcha la campaña ‘Aislada en casa con tu agresor’.
En cuanto a la forma en que se ha ejercido esa violencia sobre las mujeres, “en el caso de estar ya separadas del maltratador, ha sido no devolviendo a las hijas o hijos cuando correspondía de acuerdo al régimen de visitas e impidiendo la comunicación con la madre. En el caso de las que convivían con el agresor, la situación ha sido aún peor y ha aumentado el nivel de agresividad. Todas ellas necesitan una atención integral que les permita recuperar la identidad perdida”, asegura Ana María Pérez del Campo, presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas.
Así lo cree también Rebeca Martínez, psicóloga de la Asociación Consuelo Berges: “La tensión ha ido aumentando según pasaban las semanas, con cada vez más estallidos de violencia, incluso hacia los hijos e hijas, lo que ha tenido a las mujeres en un estado permanente de alerta, en un vaivén de emociones que ha multiplicado la angustia, el miedo, las crisis de ansiedad… Las mujeres se han visto alteradas psicológica y emocionalmente mucho más que si no hubiera habido confinamiento y las secuelas pueden ser gravísimas. Por eso requieren una atención integral urgente y prioritaria”.
Además, Rebeca Martínez alerta de la “victimización secundaria” que han sufrido muchas de estas mujeres a la hora de denunciar: “No podían acudir acompañadas a comisaría, se sentían presionadas por algunos profesionales para que terminaran su relato cuanto antes, y la asistencia letrada a la que tienen derecho ha sido en la mayoría de los casos telefónica, con lo que el sentimiento de inseguridad y vulnerabilidad aumentaba”.
A este tipo de situaciones se refirió también Elvira Méndez al presentar el estudio ‘Salir a tiempo’ de la Asociación Salud y Familia, que analiza los factores sociales y culturales que impiden a muchas mujeres que sufren violencia machista desarrollar una conciencia de riesgo para su salud y su vida. “En ocasiones las mujeres no son escuchadas y se va instalando en sus vidas el desaliento y la vulnerabilidad aprendida”.
Las entidades han reclamado además una atención integral para las niñas y niños víctimas de violencia machista. “Quien ama a un hijo no lo mata o lo hace vivir atemorizado. Mi preocupación y en lo que trabajamos es en evitar las consecuencias que tendría para el futuro no atender adecuadamente a las víctimas, tanto mujeres como niñas y niños”, afirma Ana María Pérez del Campo.