Las autoras del primer manifiesto feminista en España hace 160 años
Son Margarita Pérez de Celis y Josefa Zapata, dos mujeres gaditanas que se rebelaron contra la subordinación a los hombres. Eran amigas, vivían y trabajaban juntas, profesaban las mismas ideas feministas y de justicia social y las difundieron con un esfuerzo ímprobo a través de varios periódicos que ellas mismas fundaron y dirigieron… y todo ¡a mediados del siglo XIX! Merecen un lugar de honor en nuestra serie #PeriodistasOlvidadas.
Por Carolina Pecharromán @CarolPecha
Josefa Zapata y Margarita Pérez de Celis nacieron en Cádiz entre 1820 y 1830 en familias de clase media. El silencio que se arrojó sobre ellas fue tan potente que ni siquiera se sabe la fecha exacta ni hay un retrato suyo.
Cádiz era la cuna de la Constitución de 1812 y de gran parte del pensamiento progresista decimonónico. No obstante, Margarita y Josefa sabían que esa libertad, los derechos de ciudadanía de La Pepa, apartaban a gran parte de la población: las mujeres y las clases bajas. Y su activismo se centró en luchar contra esa discriminación.
Josefa empezó a escribir y publicar poesía muy joven, casi al mismo tiempo que otra feminista, Carolina Coronado. Pero gran parte de su tiempo tuvo que dedicarlo a cuidar de sus padres enfermos y ganar dinero bordando hasta que murieron, en la epidemia de cólera de 1854.
Conoció entonces a Margarita Pérez de Celis, un poco más joven que ella. Ambas compartían las mismas ideas y pertenecían al grupo de socialistas utópicos seguidores de Charles Fourier en Cádiz. Fourier fue uno de los pensadores más igualitarios en su época y, aunque sus compañeros prestaban menos atención a la igualdad de las mujeres, ellas decidieron llenar ese hueco.
Juntas fundaron desde 1856 hasta 1866 varias revistas conocidas después como “Los Pensiles”: El Pensil Gaditano, El Pensil de Iberia, El Nuevo Pensil de Iberia, La Buena Nueva… En ellos escribieron figuras de la talla de Pi i Margall. Margarita era la que firmaba como directora. Desde sus páginas reclamaba igualdad:
“Educación de la mujer: facilidad para consagrarse a toda clase de profesiones, y derecho para participar de las ventajas civiles y políticas de que el hombre goza”.
En 1857 publicaron por entregas una serie de artículos bajo el título “La mujer y la sociedad”, firmados por Rosa Marina que luego se recogieron en un libro. Nunca se sabrá si Rosa Marina fue real o un seudónimo de Margarita, Josefa o ambas. Lo que sí es cierto, según varios autores, es que se trata del primer manifiesto feminista de España.
En él se argumentaba a favor de la igualdad de las mujeres con los hombres en todos los planos, se arremetía contra la actitud tanto de progresistas como de conservadores que habían encerrado a las mujeres en sus casas privándolas de la ciudadanía, se criticaba la prostitución reglamentada y el matrimonio por interés como única solución para la mujer:
“Los defensores obligados de la familia, la han rebajado hasta hacer de ella un negocio mercantil, cotizable en la bolsa. El amor, su base fundamental, no es ya más que un accesorio, del que se puede fácilmente prescindir; lo esencial es la dote, es la posición, o la fortuna del futuro marido”.
Los poderes religiosos y políticos de la ciudad fueron ordenando uno tras otro el cierre de sus publicaciones. Margarita y Josefa siguieron siempre solteras, en un alarde independencia muy raro en aquella época. Trabajaron como costureras, maestras, cordoneras o cigarreras para mantenerse, compartiendo casa con otras mujeres.
Por lo que se sabe de su historia personal, no tiraron la toalla pese a las dificultades. La experiencia les sirvió para entender perfectamente las penalidades del pueblo llano y, concretamente, de las mujeres obreras. Denunciaron, ya entonces, la brecha salarial:
“El asunto a que nos referimos es importantísimo, como que afecta a la inmensa mayoría de la mitad del género humano. Trátase de una de las mayores, o más graves injusticias que se cometen, y que como la gangrena, corroe y devora las entrañas de la sociedad; del escandaloso desnivel que resulta de la falta de proporción y de equidad con que se distribuyen los jornales entre los individuos de ambos sexos, pertenecientes a la clase proletaria”.
Las dos escribieron en otras publicaciones femeninas del momento. En esas revistas existía una auténtica red de solidaridad entre mujeres periodistas, que se daban trabajo unas a otras. Y esa sororidad fue a más cuando Josefa Zapata se quedó prácticamente ciega. En 1863, Faustina Sáez de Melgar, directora de La Violeta, abrió una cuestación pública desde la revista para ayudar con esos fondos a Josefa, a la que finalmente operó un médico de forma gratuita.
No se sabe cuándo murió Josefa Zapata, aunque se cree que en torno a 1873. Margarita Pérez de Celis falleció por un derrame cerebral nueve años después.
Hasta el regreso de la democracia a España no se ha estudiado su figura. Por ejemplo, la profesora de la Universidad de Cádiz, Gloria Espigado Tocino, les ha dedicado muchas horas. Y no siempre estuvieron olvidadas. En 1928, Celsia Regis las consideraba las primeras libertarias y escribió en La Voz de la Mujer: “A la Pérez de Celis se la puede considerar como la fundadora de la primera revista feminista de España”.
Mujeres que rompieron moldes, que se negaron a ser meros elementos decorativos en los espacios gobernados por los hombres, que no se conformaron con obedecer y que prefirieron derribar los muros. Hoy siguen siendo nuestra inspiración.
Fuente: Medium