La Policía protege a una asturiana en ‘riesgo extremo’ de ser asesinada por su ex«Irá a mi funeral antes que a la cárcel»

22 marzo, 2017

 

La Policía protege a una asturiana en ‘riesgo extremo’ de ser asesinada por su ex

El agresor está en libertad pese a que el pasado viernes vulneró la orden de alejamiento y en plena calle le dio otra paliza de la que ella aún se recupera

A primera hora de la mañana, aunque lleva horas despierta -«no duermo bien»-, la saca de la cama el sonido del teléfono. Es la Policía. La voz del agente es la misma que escuchó cuando se acostó la noche anterior. «Le digo que estoy bien, leyendo en la cama». Entre ambas llamadas, a lo largo del día median veinte o treinta más. «Me llama cada poco». Y vigilancia en el portal. Y visitas a casa. En la que María (nombre ficticio) vivía encerrada desde el 27 de febrero. Ese día su expareja intentó matarla. La asaltó en plena calle, la persiguió hasta su vivienda y estuvo a punto de tirarla por la ventana. En el cristal, roto, está la huella de la cabeza de María. La Policía, alertada por su llamada al 016 en un momento de descuido de su agresor, la salvó «de una muerte segura». Pero él no entró en prisión.

«Nos fijaron el juicio para marzo y a él le impusieron una orden de alejamiento, pero eso no impide que me ataque». Como prueba, lo sucedido el viernes pasado. Cuando todavía resonaban los ecos de los actos con motivo del Día de la Mujer. «Después de estar en casa sin salir desde la agresión, el 9 de marzo me dieron el teléfono del servicio Atenpro, el dispositivo para las víctimas en riesgo. Tocas un botón y viene la Policía». Confiada con el móvil, salió a pasear. «De repente, al doblar una esquina me lo encuentro. Me tiró al suelo, me dio patadas y me dijo ‘Te voy a matar como a tu hermana’. Si no llega a ser por la gente que pasaba por la calle, lo logra».

Aunque huye, la Policía lo encuentra y detiene. «Pero quedó en libertad. Y eso que el sábado la Policía me llevó, de nuevo, al juzgado. Pero está en la calle a la espera de juicio. Ya se lo dije a la jueza: Irá a mi funeral antes que a la cárcel».

 «Retiré la denuncia por pena»

María ya sabe lo que es ir a un funeral por violencia sexista. El de su hermana, hace más de dos décadas. Su entonces cuñado contrató a dos sicarios para matarla. Ella murió salvando con su cuerpo a su bebé de las puñaladas que le asestaron. Los tres fueron condenados a la cárcel. Los tres han muerto ya, pero en aquel momento María tuvo que pelear con el padre de sus sobrinos para quedarse con su custodia.

«Nunca creí que a mí me pudiera pasar algo así. Nunca tuve ningún problema con mi marido, ya fallecido. Soy empresaria, estoy muy concienciada contra la violencia machista y, de repente, me encuentro con que conozco a una persona encantadora, que se convierte en mi pareja y que empieza a pegarme». Y lo que menos se puede creer es que «como me decía que se iba a suicidar yo le haya perdonado».

Acumula varios perdones. «La primera paliza fue en mayo de 2016. Ni siquiera le quise denunciar, a pesar de que me salvó la Policía, que entró en casa ante mis gritos. Después de esa llegó otra en diciembre. Ahí tuve que salir por la escalera de incendios. Le denuncié, pero su hija me pidió por favor que le perdonara, que su padre se suicidaría. Y fui a retirar la denuncia».

Y otra vez le abrió las puertas de su vida «hasta que vi que, además, era un estafador. Le conocí hace dos años y decía ser alto directivo de una empresa de coches, pero descubrí que vive del subsidio para parados de alta duración, que estuvo en la cárcel por haber estafado a su familia 60.000 euros y está pendiente de otro juicio por estafar otros 150.000 a una ONG». Con las pruebas se enfrentó a él y rompió la relación. Pero no lo asumió y llegó el ataque del 27 de febrero. «Es un error no denunciar o hacerlo y retirarla. Estas personas nunca cambian. La Policía me lo advirtió y yo no quise creerlo. Y ahora vivo con escolta».

Fuente: EL COMERCIO