La plasmación de una ley represiva

 

En mi infancia las niñas y los niños cantaban aquello de “ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras, tralara…”, y a partir de ahí las falsedades se sucedían una tras otra a cual más disparatada. La canción de marras despertaba la hilaridad ante la evidencia de la mentira y con ella la lógica incredulidad de los/as críos/as. Nunca se me ocurrió pensar que algún día el engaño fuera la razón de ser y hacer de un Gobierno “democrático”, empeñado en atribuir, con la carga de desprecio consiguiente, una estulticia general a la ciudadanía al considerándola capaz de tragar carros y carretas.

Se trata de la conmoción de una politica cuyo fin es imponer los prejuicios ideológicos que define a los autores, por alejados que estén de la problemática que afecta a la sociedad.

Lo cierto es que ciñéndonos al despropósito del anteproyecto para una ley de aborto, con que quiere someter a las mujeres el gobierno de Rajoy, si no fuera por la indignación y el menosprecio que representa la imposición proterva del tutelaje al suprimir el derecho fundamental que le corresponde a la mujer para dirigir libremente su propia vida de acuerdo con aquello que considere oportuno o necesario y la capacidad que le asiste para decidir por su misma, cuando, donde, con quien y como, quiere o no tener una hija o un hijo; si no fuera por ello, digo, podría utilizarse la sutileza de la ironía, incluso el sentido del humor que hace llorar y reír al mismo tiempo al leer la denominación del anteproyecto, “ Ley orgánica para la protección de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada”, o las falacias de la exposición de motivos y en fin, el texto completo de una propuesta legislativa que pretende retrotraernos a los tiempos dictatoriales del franquismo.

Esa sí que es una herencia, cargada de autoritarismo y misticismos oportunistas, cuyos votos al parecer cuentan para la derecha ultramontana, como siempre, más que los derechos fundamentales de las mujeres.

¿Cabe mayor despropósito que el argumento de la protección de un feto con malformaciones genéticas? Tampoco es de recibo entrar en el debate de la vida del embrión, para seguir engordando la falacia de lo que solo es un proyecto de vida enciernes, la ciencia se ha pronunciado en este sentido sin titubeos.

Las doctrinas religiosas no se pueden imponer saltándose a la torera la constitución que proclama la confesionalidad del sistema democrático, por tanto les venga a bien, mal o regular a los gobernantes, no pueden obviar la realidad de que las creencias religiosas pertenecen exclusivamente al fuero de la conciencia de los creyentes.

La ideología y el fundamentalismo religioso no se pueden imponer a la ciudadanía, por los gobernantes creyentes o agradecidos por el apoyo de la jerarquía católica a su politica neoliberal. Esto no lo salva ni la Virgen del Rocío.

En cualquier supuesto que se pretenda contemplar en una ley de aborto es evidente que a este mundo no se llega, afortunadamente, por imposición legal, si no por amor responsable y el deseo de la mujer embarazada. Suya es la decisión de llevar a término la gestación.

La sentencia del Tribunal Constitucional del año 1985 determina como “los únicos derechos fundamentales implicados aquí son los derechos de la madre”. Por lo tanto insistir en la protección de la vida del concebido conculcando el derecho fundamental de la libertad de decidir de la mujer, sea cual sean, las circunstancias que la lleven a abortar solo se puede percibir como una mentira mas.

Pero el colmo de la acción ominosa reside en sostener que el anteproyecto de la proposición de ley protege “los derechos de la mujer embarazada”. A la que priva, sin miramientos de la libertad para decidir sobre una de las cuestiones más trascendentes de su vida, la de tener, ampliar o no la descendencia. Una protección que atropella a la mujer al hacerla pasar por la indignidad del tutelaje, por el desfile ultrajante de un médico psiquiatra tras otro, y también la pretensión adoctrinadora con la excusa de informarle, o la imposición de siete interminables días de reflexión.

¿Sera quizá que el Ministro de Justicia con la aprobación entusiasta del Presidente del Gobierno pretenden restablecer, como antaño los premios a la natalidad?

No se hagan ilusiones, no es ese el medio ideal para acabar con la crisis económica, que tampoco saben manejar.

Las mujeres a las que desprotegen, les importan tres pitos, pero no cuenten con que van a volver a encerrarse en casa para hacer de incubadoras, ni que vayan a dejar de abortar. Y lo más escandaloso es que al Gobierno no le cabe la menor duda de que esto es así. Aquellas mujeres que tengan recursos, cruzaran las fronteras y las que no los tengan se jugaran la vida practicando el aborto en la clandestinidad doméstica, exactamente igual que en la época franquista. El Gobierno, sedicente democrático, continuara rememorando políticas del pasado, creando elites compuestas por quien si puede, sorteando con medios económicos los impedimentos para abortar, y quien muere en el intento. Pero unas y otras no olvidaran nunca a la formación politica causante de tanto sufrimiento, sobre todo a la hora de votar, porque tienen una preclara inteligencia, para distinguir la verdad de la mentira, como para votar la injusticia de gobiernos que no defienden ni representan sus derechos e intereses.

La brecha de la desigualdad entre mujeres y hombres es ya un abismo en todos los sectores de la vida. No contéis con nosotras.

El día 1 de febrero estaremos todas, en Atocha a las 12 de la mañana, recibiendo y participando con nuestras compañeras de los trenes, autobuses y demás medios de transporte que nos conducirán con dignidad a la libertad y al Parlamento.

Ana Mª Pérez del Campo Noriega

28 de Enero de 2014