La fiscal adscrita a la Fiscalía de Violencia sobre la Mujer apoya la campaña contra el piropo

29 enero, 2018

«Piropo: dicho breve con que se pondera alguna cualidad de alguien, especialmente la belleza de una mujer». La RAE define así el piropo, algo que en la calle o los lugares públicos, es, muchas veces, un silbido, un grito, una mirada o una frase que invaden sin permiso la intimidad y el espacio de la mujer. Contra el «acoso callejero» de algunos hombres hacia las mujeres, la Junta de Andalucía presentó el miércoles una campaña en internet en la que arremete contra los «animales» que «quieren llamar nuestra atención silbándonos y diciéndonos piropos».

En el vídeo, algunos hombres aparecen como «gallitos», que lanzan piropos a unos metros de distancia; como «cerdos», que gritan ordinarieces a las mujeres; como «buitres», que están al acecho; como «pulpos» que «se arriman»; y como «búhos» que no quitan ojo a las mujeres.

Todo ello cerrado con mensajes como: «Estos comportamientos no son propios de personas», «Ayúdanos a que la fauna callejera se extinga» y «El acoso callejero es una forma de violencia machista».

Entre los elogios y las burlas que está recibiendo la campaña, sobre todo en las redes sociales, algunas voces de la política y la judicatura han reaccionado al mensaje de la Junta.

«Es una campaña acertada e ingeniosa. Una cosa es el elogio o el ensalzamiento de una característica desde el respeto y la relación de igualdad, donde quien lo recibe se siente cómodo, y otra el bochornoso espectáculo callejero y diario al que son sometidas las mujeres con gritos, expresiones y actitudes que no voy a repetir pero que todos y todas reconocemos. Eso no sólo es incómodo, es una ofensa y una forma de acoso». Es Teresa Peramato, fiscal adscrita a la Fiscalía de Sala de Violencia sobre la Mujer, que anteayer, mientras paseaba por Madrid, vivió algo que podría estar en la campaña andaluza: «Un hombre que estaba en la puerta de un bar soltó un grito a una mujer que pasaba delante haciendo footing. Ella se quitó los cascos y le dijo: ‘No te he oído, pero me lo imagino’. Es ofensivo no poder salir a la calle. Es una forma de asalto».

Para esta jurista experta en Derecho Penal, Civil y Procesal y especializada en violencia de género, la agresión verbal sólo sería punible penalmente si se considerara como un delito leve de vejaciones injustas o injurias. «Pero estaríamos hablando de una situación que provocara una gran vejación en la víctima. El derecho penal siempre es el último remedio cuando no hay otras vías. Es mejor la educación y la concienciación. Por eso, campañas como la de Andalucía me parecen adecuadas».

Albert Rivera le preguntaron en Onda Cero por la iniciativa: «Estoy a favor del piropo si es respetuoso y no ofende. Estar a favor o en contra del piropo es como estar a favor o en contra de que existan los cuchillos. Si son para matar a alguien, no, y si son para cortar carne, sí».

Antes de «regularlo todo», el líder de Ciudadanos pidió «más educación y respeto, para que cada uno haga lo que quiera y si ofende se pueda usar la ley para denunciar». «Si se ofende a una mujer, ésta tiene el derecho a denunciarlo y a que le apoye todo el mundo, los hombres también, pero si alguien halaga no creo que sea denunciable».

Acoso callejero

La Junta de Andalucía argumenta que los piropos son una forma de «violencia de género socialmente aceptada». «No seas animal» es el lema elegido por el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) y el Instituto Andaluz de la Juventud (IAJ) contra un acoso que normaliza a las mujeres como «objetos sexuales, y que en algunos contextos deriva en las agresiones y abusos sexuales».

El director del IAJ, Francisco Pizarro, sostiene que el acoso callejero es la práctica «machista y sexual más comúnmente aceptada» que favorece la vulnerabilidad sexual de las mujeres. «Son comentarios sexuales explícitos o implícitos que los hombres hacen cotidianamente a las mujeres en la calle, sin ver en ello violencia», y que van desde «el piropo que cosifica» hasta la realización de fotos o roces en transportes públicos.

Para la directora del IAM, Elena Ruiz, el «acoso callejero» es una «práctica abusiva» en la que «el hombre hace uso de su conducta machista para creerse con el derecho de tratar a las mujer como objeto sexual». Por ello, la campaña «pretende concienciar sobre ese machismo».

La mayoría de las reacciones está en las redes sociales. Hay internautas que creen que el piropo es «un halago, no una agresión, y no hay relación causa-efecto entre piropo y maltrato. Éste es otro burdo intento de demonizar al hombre. Viva el piropo callejero» (@eledhmel). Y hay usuarias de Twitter (@miaanigro) que resumen la idea de la campaña: «Me da tanta puta rabia no poder ir sola por la calle sin tener miedo. O si no tengo miedo voy molesta porque estoy cansada de recibir piropos que no he pedido».