Los orígenes de la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas se remontan al año 1973, año en que se constituye en Madrid la Asociación de Mujeres Separadas legalmente y con ámbito nacional.
A principios de 1974 la Asociación de Mujeres Separadas, legalmente constituida, pone en marcha un servicio jurídico que presta asesoría gratuita a las mujeres. Desde la Asocación comienzan a atender la realidad de la violencia de género, en aquellos años oculta para la sociedad, creando el primer gabinete de atención psicológica a las víctimas de malos tratos.
En 1980, la Asociación de Mujeres Separadas se convierte en Asociación de Mujeres Separadas y Divorciadas, nombre que se mantiene en la actualidad.
En 1989 se constituye la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas, ya de ámbito nacional, gestionada por una Junta Directiva presidida por Ana María Pérez del Campo.
En 1991 la Federación inaugura el primer Centro de Recuperación Integral para Mujeres, Niñas y Niños víctimas de la violencia machista (CARRMM), donde se atienden a mujeres de todas las Autonomías del Estado.
Los fines estatutarios respondieron desde su inicio a la defensa de los valores y principios de la igualdad entre los sexos, al reconocimiento de los derechos de la mujer para erradicar la discriminación hasta alcanzar en la sociedad el lugar que como ser humano le corresponde. Sin embargo hasta la actualidad la mujer afronta la ruptura convivencial en situación de desigualdad, respecto del hombre, sin que la discriminación solapada que soporta haya desaparecido en ningun caso porque disponer de una excelente formación academica un trabajo bien remunerado, cargos relevantes en empresas privadas o publicas o destacada posición social y económica no impide la desigualdad que marca los valores de un sistema patriarcal que pervive.
La Federación cuenta con asociaciones en Barcelona, Asturias (Xixón, Barcia-Valdés), Madrid, Ourense, Navarra (Estella), Ávila, Santander, Valencia y Toledo (Villacañas).
La experiencia de más de 40 años en la defensa de los derechos e intereses de las mujeres y sus hijas/os nos han demostrado que el fracaso de sus expectativas y de muchas de las resoluciones judiciales manifiestamente injustas suelen obedecer a: