Bernardo Montoya confiesa el asesinato de Laura Luelmo
Bernardo Montoya, el hombre de 50 años detenido este martes por su implicación en la muerte de la joven zamorana de 26 años Laura Luelmo, ha confesado el crimen. Fuentes de la investigación han informado de que el detenido ha reconocido a las dos de la madrugada en dependencias de la Guardia Civil de Huelva que mató a la joven en un interrogatorio de más de tres horas de duración, repleto de contradicciones y mentiras en presencia de su abogado.
Montoya ha confesado que discutió con ella, la golpeó, la metió en el maletero y arrojó su cuerpo en el lugar donde fue encontrado. El detenido, a pesar de haber reconocido a última hora de la noche de este martes que se encontró con Laura y forcejeó con ella tras una fuerte discusión, evitó durante varias horas confesar que la había matado y, de hecho, no ha querido reconocerlo explícitamente. «Ha tratado de contar una versión para que pareciese que ha sido una muerte accidental, fruto de un forcejeo, para ahorrarse unos años de cárcel evitando que le condenen por homicidio y no por asesinato que requiere alevosía o ensañamiento como todo apunta», comenta un investigador.
Sin embargo, la presión de los interrogadores, que han ido haciéndole caer en contradicciones y le han presentado algunas evidencias de su relación con el crimen, le ha obligado a confesar a las dos de la madrugada.
En una de sus últimas versiones, ha llegado a decir que todo empezó cuando Laura se acercó a él para preguntarle si había un supermercado cercano. Bernardo Montoya aseguró a los investigadores que él se encontraba en la puerta de su casa sentado en una silla cuando Laura se acercó a preguntarle por el supermercado. Reconoce que le dio una dirección falsa para llevarla al callejón sin salida y que en cuanto se distanció de él corrió a por su coche y se acercó al callejón.
Esperó con cautela a su llegada y en cuanto la vio entrar, la chica le preguntó que qué hacía allí. Él, según su relato, incluso bromeó con la chica sobre la inexistencia del supermercado y acto seguido la cogió fuertemente y golpeó violentamente su cabeza contra el maletero de su vehículo. Ella caería inconsciente al suelo y con una cuerda Bernardo le ató las manos y le metió en su maletero del coche.
Ha reconocido que su propósito era violarla y que la llevó al sitio donde la encontraron. Allí, según su testimonio, la desnudó y trató de agredirla sexualmente, aunque asegura que no pudo conseguirlo tras varios intentos fallidos. La trasladó fuera del vehículo a la zona de jaras donde fue encontrada y huyó de allí. El hombre ha asegurado que estaba viva en el momento en que emprendió su escapada. No reconoce, por tanto, haberla tenido secuestrada como se ha sospechado. El periodista de Espejo Público, Nacho Abad, ha desvelado que el presunto asesino se ha mostrado arrepentido y ha pedido perdón.
Al frente del interrogatorio se encuentran los expertos de la Unidad Central Operativa (UCO) que intervinieron en los casos de Diana Quer o el niño Gabriel Cruz. Disponen de un plazo legal máximo de 72 horas, antes de que Bernardo Montoya pase a disposición de la juez de Valverde del Camino, que ha decretado el secreto del sumario. Está previsto realizar una reconstrucción de los hechos.
Sin embargo, la autopsia determinaba anoche que fue una contusión en la frente la que originó el fallecimiento de Laura, un fuerte golpe que le podría haber provocado un traumatismo craneoncefálico. La autopsia, además, reveló que Laura murió entre el 14 y el 15 de diciembre, lo que supone que estuvo con vida durante dos o tres días después de su desaparición.
Según explican a Europa Press fuentes de la investigación, el equipo del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil está analizando los restos biológicos y las pruebas halladas. La principal línea de investigación es que la maestra zamorana de 26 años fue retenida entre el 12 de diciembre, el día de su desaparición en El Campillo (Huelva), y el momento en el que la autopsia ha fijado su muerte, entre el 14 y el 15 de diciembre, es decir, entre dos o tres después.
Los indicios recabados llevan a los investigadores a sospechar que Laura Luelmo sufrió una agresión sexual, extremo que tratan de corroborar con la inspección de la casa de alquiler en la calle Córdoba de El Campillo donde vivía la maestra.
El cuerpo de Laura fue encontrado este lunes a cuatro kilómetros de la pequeña localidad del El Campillo (Huelva), donde había alquilado una casa tras comenzar a trabajar, como interina, en un instituto del municipio vecino de Nerva.
Montoya era el vecino que intimidaba a Laura, el hombre de aspecto rudo que se sentaba a la puerta de su casa para observarla con descaro y al que llegó a temer.
La joven profesora le había expresado a su novio el recelo que le provocaba la actitud de su vecino, al que los investigadores de la Unidad Central Operativa (UCO) habían considerado casi desde el principio, desde la desaparición de Laura, como uno de los principales sospechoso si no el único.
El cuerpo de Laura fue hallado oculto entre unas jaras en un camino dentro del paraje conocido como La Mimbrera, en el término municipal de El Campillo, pero fuera de su casco urbano y colindante a la carretera N-435. Allí un voluntario que rastreaba la zona dio la voz de alarma al encontrar ropas que, según se comprobó después, pertenecían a la víctima. A 200 metros del lugar en el que aparecieron las prendas, la Guardia Civil halló el cadáver, semidesnudo, boca abajo y con signos evidentes de violencia, incluidas marcas en el cuello y contusiones en la cabeza.
Bernardo Montoya Navarro, con un largo historial de antecedentes criminales, se había instalado en la casa que su familia tenía en El Campillo tras salir, hace apenas dos meses, de la cárcel en la que había cumplido condena por un robo con violencia, aunque antes ya había estado en la cárcel, precisamente por un asesinato.
Fue en diciembre de 1995. Bernardo entró en la casa de una vecina de 82 años de la localidad donde reside su familia, Cortegana (Huelva), que lo había sorprendido robando y lo había denunciado. Bernardo regresó a su casa «provisto de un machete y con la finalidad de acabar con la vida de la anciana para impedir que esta pudiera declarar en su contra en el juicio» que se iba a celebrar contra él por «allanamiento de morada y lesiones», ya que en el intento de robo, Bernardo hirió a la anciana en la garganta con un cuchillo.
La sentencia, de noviembre de 1997, lo condenó a 17 años y dos meses de cárcelpor un delito de asesinato. Unos años después, en abril de 2008, una joven de 27 años fue atacada por un hombre cuando paseaba con su perro por un parque de la localidad onubense de El Campillo, donde vivía Laura, a 46 kilómetros de Cortegana.
El pastor alemán de la joven recibió una puñalada de 15 centímetros pero logró evitar lo que, según le acusó la chica, fue un intento de violación. El hombre que la agredió, según publicaba ‘Huelva Información’, era un vecino de la zona que cumplía condena por asesinato desde hacía 12 años y se hallaba de permiso penitenciario. Sus iniciales eran B. M. N.
El autor confeso tiene una novia en la Prisión Provincial de Huelva, con la que compartió un ‘vis a vis’ el pasado viernes, y donde la Guardia Civil busca ahora unas bolsas que tiró en la basura de la cárcel y que podrían estar relacionadas con el crimen.