A vueltas con el dogmatismo del aborto

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artículo publicado en El Plural

Los atropellos que ciertos partidos políticos son capaces de cometer y la estulticia a la que pueden llegar con tal de atrapar algunos votos más, cuando se aproximan las elecciones, no tiene límites.

Eso es lo que le está ocurriendo al partido en el gobierno, en su denodado esfuerzo por diluir las imposiciones de los ultraconservadores dogmáticos, defensores del No al Aborto.

Así que, en las paredes impasibles del Congreso volverán, de nuevo, a retumbar  los disparos de otro argumentario, comprimido dentro de la especie de los eslóganes que matizan el engaño utilizando la conmoción. “El aborto no es un derecho”, proclaman, transmitido a modo de una arenga que siembra la culpa, y al mismo tiempo utiliza la energía con firmeza indubitada, como si se tratase de una verdad incuestionable. El propósito es centrar el derecho exclusivamente en la acción de abortar, impidiendo que se vislumbre la realidad de que la legitimidad de tal derecho de la mujer reside exclusivamente en la acción de decidir que le corresponde, y consiste en llevar a término, un proyecto de vida gestado, o interrumpirlo antes de que llegue a serlo.

Vivir es decidir en todos los órdenes de la vida humana, por tanto negar ese derecho fundamental y exclusivo de la mujer es someterla, reduciendo el libre ejercicio de la maternidad, establecido como un derecho humano por Naciones Unidas, al de paridora tutelada por el poder dominante del gobierno y por los actores estratégicos del poder fáctico de la Iglesia.

Son esos mismos poderes los que se rasgan las vestiduras ante la pérdida de un feto inviable, pero permanecen impasibles cuando a causa de sus políticas erráticas y la practica invasiva de sus corrupciones escandalosas, han colocado a mas de un millón y medio de niños y niñas en la desnutrición, condicionando su salud presente y futura a causa de la hambruna que soportan; tampoco les tiembla el pulso a dichos poderes cuando miles de pequeñas/os junto a sus progenitores -es su mayoría familias monoparentales, compuestas por sus hijos/as y sus madres-, son desahuciados y arrojados de sus viviendas a la calle. En definitiva unos poderes, cuya definición más fidedigna es la de fariseísmo por excelencia.

El dogmatismo ideológico que practican los poderes antes aludidos, les impide pasar del suceso concreto del aborto, al análisis de las causas en las que fundan las menores de 16 años su derecho a decidir, es decir, les importa un bledo las razones y la persona que opta por el aborto, aunque forme parte del grupo mas vulnerable de las mujeres que abortan.

Las consideran incapaces para ejercer el derecho a decidir sobre el ejercicio de una maternidad libre. Pero capaces de asumir la ingente responsabilidad que corresponde a la maternidad, que además, afecta de forma determinante a la vida de la hija o el hijo que se trae al mundo por imposición.