Entrevista a Ana María Pérez del Campo en El Confidencial

3 febrero, 2017

ENTREVISTA A ANA MARÍA PÉREZ DEL CAMPO

«Este país ha acabado con ETA pero no puede acabar con la violencia de género»

Histórica feminista, Ana María Pérez de Campo, ha celebrado con amargura los 25 años de su centro para recuperación de mujeres maltratadas. La lacra no termina

Ana María es feminista. Ya lo era cuando en los años 60, embarazada de su tercer hijo, dejó a su marido y decidió empezar con unos trámites de separación que durarían nueve años. Lo seguía siendo cuando con 38 años se diplomó en derecho matrimonial y cuando en 1991 creó el primer centro de Atención, Recuperación y Reinserción de Mujeres Maltratadas. Hoy tiene 80 años y sigue siendo, según ella misma, feminista 100%.

Aún no se ha jubilado de la lucha contra el maltrato. Como presidenta de la Federación Nacional de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas (FNAMSD) Ana María Pérez del Campo nos atiende después de una reunión con la Comunidad de Madrid. Lo hace en su despacho, mientras desayuna a la 13.00 de la tarde -“no me ha dado tiempo”, se justifica- un yogur natural y pide hablar con la presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género. Su centro de recuperación de mujeres maltratadas cumple 25 años. Un aniversario agridulce. “No deseaba que durara 25 años. Deseaba que la ley contra la Violencia de Género de 2004 surtiera los efectos necesarios para que la violencia acabara”, asegura. “Pero esa ley, en la que las organizaciones de mujeres trabajamos a tope, solo está desarrollada al 40%”.

Esta feminista histórica habla despacio, casi al dictado. Los silencios entre frases se prolongan más de lo establecido, aunque nunca parecen significar el final de la respuesta. El discurso tampoco se ciñe a las preguntas, por eso empezamos hablando del centro y pasamos a la polémica del juez del Supremo que aseguró que la desigualdad “radica en la fuerza física”.

Unas palabras que le dolieron profundamente; a lo largo de una hora de conversación recurrirá a ellas al menos tres veces. “Es intolerable que en el año 2017 estemos oyendo a los jueces estos discursos ideológicos”, apunta. “Para matar a una persona solo hace falta tener el propósito de matarla”. Tampoco tiene piedad con los medios de comunicación. Nuestras noticias le sirven para conocer los casos de maltrato y muerte por violencia de género pero le enerva que esas noticias se traten como un “reality show”. “Cuando matan a una mujer, preguntáis a los vecinos, que siempre dicen aquello de ‘era muy amable cuando entraba en el ascensor’ o ‘bebía mucho’. Todo justificaciones que nada tienen que ver con el origen de la violencia. No puedes preguntarle al vecino de un tuerto, porque también es tuerto. Pregúntale al oculista”.

Historia feminista

Ana María no es una feminista más. Es quien puso en marcha la Asocación de Mujeres Separadas Legalmente y un servicio de asesoría jurídica para quienes quisiera iniciar los trámites legales. Ella ya había pasado por aquello durante nueve años y quería ayudar. Fue entonces cuando empezó a aflorar la realidad del maltrato que le llevó a una batalla encarnizada que todavía no ha ganado: acabar con la violencia machista. Diplomada en derecho matrimonial y práctica procesal participó en la redacción de la ley del divorcio. Antes de llegar a ello hubo encierros en las iglesias, caceroladas, panfletos… para pedir que esa ley se hiciera realidad.

«Hay que aprender a tomar decisiones, aunque las pagues caras. No puedes tener miedo. Si eres mujer y tienes miedo, no eres nadie»

Diez años más tarde, en 1991, Ana María puso en marcha su proyecto personal más ambicioso: el Centro de Atención, Recuperación y Reinsercción de Mujeres Maltratadas, pionero en nuestro país. Ana María entendió a la mujer maltratada como alguien que debe tener su espacio con sus hijos para recuperar la autoestima. Reniega de las casas de acogida donde viven varias familias. Apuesta por la intimidad. Por eso a las mujeres no se les puede ver desde fuera y las habitaciones son individuales. Todas cuentan con un escritorio; «las cultas tienen necesidad de escribir y las que no han estudiado deben hacerlo», asegura.

Hace muchos años esta feminista histórica dijo que la violencia machista era “terrorismo de género”. Y no se ha bajado del burro; sigue comparándolo con ETA. “La sociedad española estaba muy concienciada sobre el terrorismo etarra pero nada concienciada con el terrorismo de género”. No es raro oírla comparar las muertes a manos de la banda terrorista y las asesinadas por sus maridos. “Este país ha acabado con la violencia de ETA pero no puede acabar con la violencia de género. No estoy compitiendo con las víctimas, solo estoy constatando una injusticia”.

La presidente de la FNAMSD fue expulsada de la tribuna de invitados del Congreso de los Diputados durante el debate de la iniciativa sobre la custodia compartida del entonces ministro Alberto Ruíz-Gallardón. Esa fue la justificación para que el entonces presidente del Congreso, Jesús Posada, le denegara la entrada para asistir al debate de la reforma de la ley del aborto.

Ana María Pérez en la Federación Nacional de Mujeres Separadas y Divorciadas. (E.V.)
Ana María Pérez en la Federación Nacional de Mujeres Separadas y Divorciadas. (E.V.)

P. ¿Qué le parece que grupos feministas se quiten la camiseta para protestar en el Hemiciclo?

R. A mí me parece requetebien. A determinadas edades no podemos hacerlo pero, si pudiera, lo haría. Si de lo que único que entienden muchos hombres es de tetas, pues se les pone las tetas en el Parlamento.

Lo de feminazi no le suena a nuevo. Ya se lo llamaban a ella en su juventud. “Ser feminista está mal visto pero hoy somos muchas”, se congratula. No era común que en 1961 una mujer decidiera separarse de su marido. Ana María niega que la maltratara, como se ha publicado en numerosas ocasiones. “Hizo las cosas suficientes para que yo me fuera”, zanja. Así que cogió a sus dos hijos y embarazada del tercero cerró la puerta de la casa conyugal. “Tuve tres hijos porque no había métodos anticonceptivos y se decía aquello de que uno tenía los hijos que Dios quisiera. Y, yo, la verdad, nunca vi a Dios metido en esos tejemanejes”, apunta con media sonrisa.

Aquella separación, confiesa, no la entendió nadie. Tampoco su familia, que le animó a que siguiera su vida sin iniciar los trámites de separación “Pero yo, para eso, no quería estar casada”, reconoce. Y se unió a ese grupo de mujeres separadas que la sociedad, “consideraba unas furcias”. “Tenía razones para separarme. Hay que aprender a tomar decisiones, aunque esas decisiones las pagues caras. Hay una cosa que no puede tener una mujer, miedo. Si eres mujer y tienes miedo, no eres nadie”.

«Tuve tres hijos por aquello de que uno tenía los hijos que Dios quisiera. Yo, la verdad, nunca vi a Dios metido en esos tejemanejes»

Dice Ana María a sus 80 años que a las jóvenes de hoy nos han metido en la cabeza el mensaje de que se ha avanzado muchísimo en cuestión de igualdad. “Ay, que susto os vais a pegar, que es puro maquillaje, no es una realidad”, dice levantando un tono el volumen de voz por primera vez desde el comienzo de la entrevista. El avance, dice, está en atender a la violencia que ya existe y en la prevención. “Hay que cambiar los valores ideológicos equivocados del patriarcado, en las escuelas, en las universidades, en los medios de comunicación”.

El sexismo, apunta, se inculca desde esa educación de los padres que le dicen a sus hijos que ‘los niños no lloran’ o que si te pegan en el colegio debes devolver el golpe con más fuerza. Y continúa con los piropos. “Todavía vivía Franco cuando decidimos luchar contra las burradas que nos decían los tíos, o lo que se ha llamado piropos. Así que decidimos hacer un grupo y cuando aparecía un tío empezábamos a decir cosas: “Qué tío, vaya paquete”. Cuando él no sabía ni donde meterse le preguntábamos ‘¿Molesta? Pues no lo hagas’”.

Ha trabajado más de 40 años por eliminar la lacra de la violencia machista. Se ha levantado muchas mañanas con la muerte de una mujer a manos de su pareja en el periódico. Está convencida de que muchos no quieren que la mujer ostente cargos de poder y que los estereotipos y los tópicos solo alimentan al monstruo de la desigualdad. Pero, aún así, es capaz de decir que admira al género humano. “Las mujeres no podemos salvar a las demás nosotras solas, necesitamos la ayuda de todos”.

Fuente: El Confidencial